viernes, 21 de septiembre de 2012


Sobre la libertad de expresión y la libertad de prensa

Esto que está pasando ahora en el mundo árabe, que haya muerto gente por una película, que pueda morir gente por publicar una viñeta en un periódico... coloca a los amantes de la cultura en una situación difícil. Nosotros siempre habíamos estado a favor del que escribe, del que dibuja, del que filma, y en contra de quien mata, amenaza, agrede... Desde hace siglos hemos visto cómo los poderosos han perseguido, marginado, asesinado y torturado a los más grandes poetas y creadores para mantenerlos callados y evitar así la transformación de los estados, religiones o morales imperantes. Sin embargo hoy en día, comienzos del siglo XXI, parece que son los débiles los que persiguen, proscriben y censuran, a artistas e intelectuales pertenecientes a países y sociedades muy poderosas en todos los puntos de vista (económico y militar).
Estos intelectuales de occidente, ya sea periodistas, actores, escritores... son realmente empleados de la industria cultural, mercenarios de los mass media, que viven de decir lo que los capitalistas quieren que se diga. Y de generar, defender y tratar de imponer en todas partes, lo que los capitalistas quieren que sea la cultura.
Casos como el de Argentina, con el diario El Clarín, o el aún más evidente caso de Ecuador, donde el presidente electo (Rafael Correa) tuvo que perseguir judicialmente a los directivos de los principales medios de comunicación que, según el mismo Correa advirtió, pertenecían al capital financiero o estaban directamente controlados por él; o el caso de Italia y de España, donde un magnate de la industria de la comunicación (Berlusconi, en España es propietario de El Mundo, Telecinco, Cuatro, LaSiete...) se ha demostrado capaz de controlar y dirigir la opinión pública a su favor durante décadas. Ponen de manifiesto hasta qué punto los grandes capitalistas utilizan los medios de comunicación en su interés, impidiendo el cambio político, la transformación social e incluso obstaculizando a la justicia y a las instituciones democráticas.
En este contexto, las asociaciones de prensa, los periodistas, e incluso muchas asociaciones de artistas e intelectuales aparentemente libres, cuando defienden la libertad de expresión y la libertad de prensa, no hacen sino trabajar para quien les paga, para quien les da de comer. Lo que antes eran medios de expresión ahora son medios de opresión; lo que en otro tiempo era información, por momentos se convierte en suplantación de dicha información.
Mientras que toda la prensa está casi unánimemente de acuerdo en reconocer el desinterés que muestra el pueblo occidental hacia la cultura “culta”, la lectura, el desarrollo intelectual... vemos cómo esa misma prensa mantiene en el candelero a artistas e intelectuales totalmente insípidos, indiferentes, sin ningún tirón, al tiempo que ningunean y condenan al silencio el genio de grandes creadores como sucedió con las películas y libros del gran Miguel Oscar Menassa, y su grupo de poetas, creadores y escritores; y como sucederá seguro en otros países con sus verdaderos poetas que probablemente nunca conoceremos.
A veces pienso que occidente se ha convertido en una inmensa nación de esclavos, de personas que se han tenido que vender para poder ser aceptados en su sociedad. Personas que han tenido que esclavizar, no tanto sus manos o su cuerpo, sino su forma de entender la vida, su forma de pensar.
Como no hay pueblo, no hay sociedad civil, los intelectuales no representan más que a los intereses económicos que los mantienen. No sólo no representan ningún pueblo, ni trabajan para liberar ningún alma oprimida, si no que, como las almas oprimidas no quieren liberarse, los intelectuales, periodistas y demás artistas frustrados, trabajan para que las almas oprimidas sigan oprimidas, los imbéciles sigan imbéciles, y los que aún no lo son del todo vayan apagando poco a poco los destellos de sus inteligencias.
La libertad se ha vendido, cuidado, los libertadores ahora vienen realmente para reclutar esclavos. Los atentados contra embajadas occidentales en países árabes, por las viñetas del Charlie Hebdo y la película sobre Mahoma... ¿son realmente actos contra la libertad de prensa o son el amotinamiento de un pueblo que se resiste a ser esclavizado?

Kepa Ríos Alday

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