Sobre la libertad
de expresión y la libertad de prensa
Esto que está
pasando ahora en el mundo árabe, que haya muerto gente por una
película, que pueda morir gente por publicar una viñeta en un
periódico... coloca a los amantes de la cultura en una situación
difícil. Nosotros siempre habíamos estado a favor del que escribe,
del que dibuja, del que filma, y en contra de quien mata, amenaza,
agrede... Desde hace siglos hemos visto cómo los poderosos han
perseguido, marginado, asesinado y torturado a los más grandes
poetas y creadores para mantenerlos callados y evitar así la
transformación de los estados, religiones o morales imperantes. Sin
embargo hoy en día, comienzos del siglo XXI, parece que son los
débiles los que persiguen, proscriben y censuran, a artistas e
intelectuales pertenecientes a países y sociedades muy poderosas en
todos los puntos de vista (económico y militar).
Estos
intelectuales de occidente, ya sea periodistas, actores,
escritores... son realmente empleados de la industria cultural,
mercenarios de los mass media, que viven de decir lo que los
capitalistas quieren que se diga. Y de generar, defender y tratar de
imponer en todas partes, lo que los capitalistas quieren que sea la
cultura.
Casos como el de
Argentina, con el diario El Clarín, o el aún más evidente caso de
Ecuador, donde el presidente electo (Rafael Correa) tuvo que
perseguir judicialmente a los directivos de los principales medios de
comunicación que, según el mismo Correa advirtió, pertenecían al
capital financiero o estaban directamente controlados por él; o el
caso de Italia y de España, donde un magnate de la industria de la
comunicación (Berlusconi, en España es propietario de El Mundo,
Telecinco, Cuatro, LaSiete...) se ha demostrado capaz de controlar y
dirigir la opinión pública a su favor durante décadas. Ponen de
manifiesto hasta qué punto los grandes capitalistas utilizan los
medios de comunicación en su interés, impidiendo el cambio
político, la transformación social e incluso obstaculizando a la
justicia y a las instituciones democráticas.
En este contexto,
las asociaciones de prensa, los periodistas, e incluso muchas
asociaciones de artistas e intelectuales aparentemente libres, cuando
defienden la libertad de expresión y la libertad de prensa, no hacen
sino trabajar para quien les paga, para quien les da de comer. Lo que
antes eran medios de expresión ahora son medios de opresión; lo que
en otro tiempo era información, por momentos se convierte en
suplantación de dicha información.
Mientras que toda
la prensa está casi unánimemente de acuerdo en reconocer el
desinterés que muestra el pueblo occidental hacia la cultura
“culta”, la lectura, el desarrollo intelectual... vemos cómo esa
misma prensa mantiene en el candelero a artistas e intelectuales
totalmente insípidos, indiferentes, sin ningún tirón, al tiempo
que ningunean y condenan al silencio el genio de grandes creadores
como sucedió con las películas y libros del gran Miguel Oscar
Menassa, y su grupo de poetas, creadores y escritores; y como
sucederá seguro en otros países con sus verdaderos poetas que
probablemente nunca conoceremos.
A veces pienso que
occidente se ha convertido en una inmensa nación de esclavos, de
personas que se han tenido que vender para poder ser aceptados en su
sociedad. Personas que han tenido que esclavizar, no tanto sus manos
o su cuerpo, sino su forma de entender la vida, su forma de pensar.
Como no hay
pueblo, no hay sociedad civil, los intelectuales no representan más
que a los intereses económicos que los mantienen. No sólo no
representan ningún pueblo, ni trabajan para liberar ningún alma
oprimida, si no que, como las almas oprimidas no quieren liberarse,
los intelectuales, periodistas y demás artistas frustrados, trabajan
para que las almas oprimidas sigan oprimidas, los imbéciles sigan
imbéciles, y los que aún no lo son del todo vayan apagando poco a
poco los destellos de sus inteligencias.
La libertad se ha
vendido, cuidado, los libertadores ahora vienen realmente para
reclutar esclavos. Los atentados contra embajadas occidentales en
países árabes, por las viñetas del Charlie Hebdo y la película
sobre Mahoma... ¿son realmente actos contra la libertad de prensa o
son el amotinamiento de un pueblo que se resiste a ser esclavizado?
Kepa Ríos Alday
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